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Camino Francés a Santiago en Bici - Etapa 10

Portomarín - Arzúa

15/09/2017

A pesar del frío y la neblina, esa mañana nos levantamos temprano para ir a desayunar en el lugar donde habíamos cenado la noche anterior, muy cerca de la posada. Luego regresamos a recoger nuestras cosas y salir ya en las bicis. Queríamos dar una vuelta por Portomarín, para conocer los sitios emblemáticos de esta población de muchas pendientes y bellos paisajes.


Ya con más luz de día y la neblina despejada, llegamos a la Plaza Mayor, donde también quedaban el Ayuntamiento y la Iglesia de San Xoán. Lamentablemente la iglesia estaba cerrada y no pudimos entrar a verla. Varios cafés invitaban a degustar bollería y café.

A la salida de Portomarín pasamos frente al restaurante más recomendado por las redes, O Mirador, con una privilegiada vista del río y del puente que da acceso al pueblo. La noche anterior nos hubiera gustado comer allí, pero nuestras piernas no daban para recorrer las pendientes que separaban nuestra posada del lugar.


Seguimos el periplo hacia el oeste por la carretera asfaltada, con un hermoso día y bello paisaje, pero una cuesta enorme por superar. Pasamos frente a las poblaciones de Toxibó y Cabanas do Monte y en Gonzar decidimos tomar la ruta de los peregrinos. Desde allí comenzamos a disfrutar de unos hermosos caminos de tierra, rodeados de olorosos pinos.

Así llegamos a Castromaior. Allí paramos frente a un café, de donde varios peregrinos salían contentos degustando un llamativo jugo de frambuesas. Como ninguno de los dos quería tomar bebidas ácidas, nos decidimos por una infusión acompañada de rosquillas gallegas.


Habían grupos de españoles y franceses muy simpáticos, con quienes compartimos y seguimos por el sendero de tierra. Nos sorprendieron 2 parejas, parecían del norte de Europa, que estaban haciendo El Camino con niños pequeños en coches.


Luego de llegar al tope de la cuesta, que habíamos superado empujando la bicicleta, un peregrino se nos acercó e insistió que no dejáramos de ver las ruinas del Castillo de Castromaior. Sólo teníamos que tomar un leve desvío a la izquierda del Camino. RR había visto un anuncio que promocionaba el sitio en el café donde recién habíamos estado, así que decidimos ir. Realmente el lugar estaba muy cerca; sólo fue necesario superar una pequeña cumbre. Desde allí tuvimos una vista espectacular, no sólo de unas ruinas muy antiguas de lo que fue el Castillo de Castromaior, sino también de los paisajes alrededor.

Retomamos el camino de los peregrinos, que nos llevó a la vía asfaltada. Por ella seguimos hasta una compleja intersección de carreteras, en Hospital de la Cruz. Un poco confundidos, seguimos las señales que llevaban hacia Ventas (Ventas de Narón). Varios peregrinos caminaban en esa dirección, así que nos sentimos seguros de estar tomando la vía correcta.


De allí en adelante tuvimos uno de los recorridos en bici más bonitos de todo el camino, rodeados de cultivos de manzanos y almendros. Los bosques tupidos nos protegían del radiante sol, haciéndonos muy fresco el pedalear.

Nunca habíamos visto un almendro pero la forma tan particular del fruto con la semilla secándose aún pegada al árbol, nos llamó la atención. Al tomar un fruto y abrirlo encontramos una deliciosa almendra.


El Camino nos fue llevando por rutas pavimentadas, atravesando pueblitos pintorescos. A largas bajadas le seguían las respectivas pendientes de subida, pero siempre a favor de nuestras piernas. Así, atravesamos Lameiros, Ligonde, Airexe, Portos, Lestedo, Os Valos, A Brea, As Lamelas y O Rosario. En alguna de las intersecciones del sendero con la carretera encontramos una cruz (como muchas en el Camino), donde los peregrinos van dejando un recuerdo, una ofrenda, o su agradecimiento por lo vivido durante su travesía.

Llegamos a Palas del Rei que es una población muy industrial. La atravesamos rápidamente y llegamos al poblado de Carballal. Allí tomamos una vía equivocada, siguiendo unas flechas blancas en el piso que en lugar de llevarnos por O Cotón y Ponte Campaña hasta Campanilla, nos hicieron tomar un largo desvío hacia el sur, pasando por Curbián, Ulloa, Sambreixo y Vilacendoi, hasta finalmente llegar a Campanilla y retomar el Camino. El recorrido fue precioso, pero nos alejó mucho de nuestro destino y las constantes subidas y bajadas mermaron nuestras fuerzas. Al llegar a O Coto decidimos seguir por la carretera local, hasta Melide.


Llegamos a Melide muy cansados, casi a las 3 pm, pero con muchas expectativas pues en esta ciudad se encuentra la famosa Pulpería de Ezequiel. Entramos al local, sorprendidos de la cantidad de peregrinos en el lugar. Por las construcciones anexas pudimos inferir que ha crecido con la demanda. Sin embargo, la atención fue muy deficiente; después de reclamar para ser atendidos y de una larga espera, nos trajeron el plato de la casa: Pulpo a la Gallega, que pedimos junto con un Lomo de Cerdo, por supuesto con nuestras respectivas claras. Todo muy sabroso.

Después de esa comilona descansamos un rato en un parque cercano, para luego buscar las flechas amarillas que nos llevaran fuera de la ciudad. Pasamos por Santa María de Melide, buscando sellar nuestra credencial en su iglesia, pero estaba cerrada.


Seguimos por el sendero de los peregrinos, que nos llevó por hermosos bosques y caminos de tierra; incluso atravesar riachuelos por improvisados puentes de piedra.

Al llegar a Raido seguimos por la carretera local. A pesar de ser un constante subes y bajas, estimamos que sería menos duro que los del Camino. Así pasamos por Boente, A Portela y Rivadiso, donde retomamos el Camino de los peregrinos para entrar a Arzúa por esa vía.


Llegando a Arzúa nos pasaron un grupo de bicigrinos españoles, con quienes ya habíamos coincido anteriormente en algunos cafés y bares durante el recorrido. Venían exhaustos, a pesar de ir sin el peso de las alforjas, comentando lo difícil de los contínuos desniveles del trayecto que acaban de completar. ¡Menos mal que nosotros decidimos tomar la carretera! Aunque si hubiéramos tenido las fuerzas, seguro habría sido un recorrido muy bonito.


Arzúa es una bella población, se siente amable y acogedora. Nos hospedamos en La Casona de Nené, bien cerca de la vía del Camino. Se trataba de un hotel pequeño decorado muy lindo, tipo vintage, con muy buena atención y cómodas habitaciones.


Luego de un baño reparador y un corto descanso, fuimos al restarurante recomendado por nuestro anfitrión en el hotel: La Casa de Nené, de la misma familia y a sólo 3 cuadras. El lugar tenía una exquisita decoración y unos fogones extraordinarios, con una carta muy creativa.


Después de la rica cena que, por lo acogedor del sitio se prolongó bastante, quisimos caminar un poco por la ciudad pero el frío nos obligó a correr al hotel. Dormimos como reyes.


Aprendizajes

Como aumentamos 1 día más la travesía por los cambios de Herrerías y Samos, el trayecto de esta etapa lo proponemos igual: Portomarín - Arzúa y así poder disfrutar de este pueblo, de La Casona y La Casa de Nené.

Es recomendable salir temprano de Portomarín, ya que el recorrido del día es largo y complicado y tener mucho cuidado al salir de Palas del Rei para no tomar el desvío equivocado (¡Ojo con las flechas blancas en el suelo!).


Ruta y altimetría de la etapa 10: Camino Francés Portomarín - Arzúa

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