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Camino Francés a Santiago en Bici - Etapa 11+

Santiago de Compostela

17/09/2017

A pesar de que nuestras etapas de pedaleo terminaron con la Etapa 11 Arzúa - Santiago, no queríamos dejar de compartir nuestras vivencias en la mágica Santiago de Compostela.


El hotel donde nos alojamos fue el PR Fornos, un lugar bastante sencillo, con las comodidades básicas para disfrutar de Santiago, a 50€ y bien ubicado, cerca de la zona de la Catedral y más cerca aún de la estación de tren, lo que nos pareció ideal ya que nuestro regreso a Madrid sería por ese medio.


Muy seguramente encontrarán mejores opciones de alojamiento en Santiago, pero es importante que reserven con tiempo, sobre todo si es temporada alta. Camino a la Catedral varios peregrinos nos preguntaron si habíamos hallado dónde hospedarnos, ya que encontraban todo lleno.


Nos levantamos tarde esa mañana y como no teníamos desayuno incluido, fuimos a un local cercano al hotel que habíamos visto la noche anterior. RR estaba antojado de desayunar churros y chocolate (muy característicos en toda España) y ese local tenía un anuncio ofreciéndolos. Lastimosamente a esa hora de la mañana no era parte de la oferta del menú y nos decidimos por una típica y muy rica tortilla española. La recomendación de Alexis era degustar un brunch fenomenal en el hotel de los Reyes Católicos. Sin embargo, al preguntar el día anterior nos habían advertido que habría que ir bien temprano pues el hotel estaba lleno y los huéspedes tenían prioridad.


Luego de desayunar regresamos al hotel para buscar nuestros impermeables, pues empezaba a llover. Finalmente salimos de nuevo, rumbo a la Catedral. Hubo un ruido de explosión de fuegos artificiales y los compases de una banda con Gaita Gallega se hicieron presentes, acercándose. Nos quedamos quietos, expectantes y vimos aparecer una preciosa procesión de músicos y luego feligreses con la Virgen en hombros.

Qué afortunados por estar en el momento y lugar precisos para poder disfrutar de este espectáculo frente a nosotros.


Al llegar a la Catedral no encontramos tanta gente para entrar, así que decidimos ir allí primero. Los espacios internos de la Catedral son imponentes, cargados de arte, historia y devoción.

El altar mayor tiene un brillo dorado espectacular, enmarcando la imagen del Santo Santiago, El Peregrino.

Vimos la fila para ascender al camarín y abrazar al Apóstol, uno de los rituales de los peregrinos. La hicimos, sin tener muy claro qué esperar. Unas escaleras te llevan a la parte posterior del altar mayor, justo detrás de la estatua del Santo. Desde allí hay una vista muy buena del altar, te sientes como si fueras parte de él. Dimos gracias por haber tenido un Buen Camino y salimos, para continuar recorriendo la Iglesia.


La misa de los peregrinos era en 1 hora y ya habían muchos bancos ocupados. Preferimos salir y volver para la misa de la tarde. No fue una buena elección; de habernos quedado a la misa de 12 hubiéramos visto el botafumeiro en movimiento, una gigantesca pieza de latón cubierta en plata, de 64 kgs. de peso, con la que se esparce el incienso a lo largo de las naves de la Catedral.

Nos dirigimos a la Oficina de Atención al Peregrino para pedir nuestras Compostelas (certificado de que realizamos el Camino de Santiago). Teníamos a muchos peregrinos por delante y nos llevó como 2 horas de fila, pero aprovechamos para conocer y compartir las experiencias vividas con los caminantes a nuestro alrededor. Finalmente obtuvimos nuestros certificados; es un preciado diploma que guardaremos con mucho cariño y orgullo.

Uno de los compañeros en la fila nos comentó de una pareja de colombianos que había conocido y de los que recién se había despedido. Al salir del lugar, los identificamos por su acento mientras conversaban y nos acercamos a saludarlos (ya nos sentimos parte de ese pueblo). Resultaron ser hermanos, procedentes de Medellín; compartimos un rato intercambiando vivencias y teléfonos.


Como habíamos decidido ir a la misa de Peregrinos de las 6:00 pm, teníamos tiempo para seguir recorriendo la ciudad, entrando y curioseando en tantos sitios donde vendían recuerdos, imágenes, rosarios y guías alusivas al Camino. Caminamos sin afán por una fascinante e intricada red de calles, plazas y sitios de interés, donde el peatón es el que manda.


Regresamos a la Plaza de las Platerías, desde donde se entra actualmente a la Catedral, para tomar fotos y video.

Seguimos recorriendo calles y plazas rodeados de gente de todas partes del mundo, no sólo peregrinos. Vimos varios grupos de turistas italianos, alemanes, asiáticos, acompañados de su guía, quien les iba dando indicaciones y explicaciones. Algo que destacaba en todos era la alegría en sus rostros. Esta es una ciudad cargada de mucho fervor, que relaja y genera paz en sus visitantes.


Para este día habíamos decidido almorzar en otro local recomendado por Alexis; un restaurante alejado del área turística del centro, pero más o menos cerca de nuestro hotel: restaurante Quitapenas II. Es un lugar muy distinto al típico local que atiende turistas; es un espacio para la gente de la ciudad que sale a almorzar en familia y gusta deleitarse con la buena cocina.


El menú era muy variado pero teníamos una espina clavada: a pesar de probar por lo menos 5 paellas en casi un mes que estuvimos en España, ninguna le había llegado ni cerca a las deliciosas paellas de varios locales emblemáticos caraqueños, como las del Mesón de Andrés (o Casa Urrutia, o La Castañuela, por mencionar otros más), así que el reto que le impusimos al chef no era fácil de salvar.

Lo superó por amplio margen, resultando ser la mejor paella que comimos en España. Así se lo dijimos al dueño, quien nos atendió como sus invitados. El, visiblemente contento por los elogios que le dedicamos, nos confesó que el secreto estaba en usar un buen caldo de pescado.


Terminamos con un exquisito postre y un chupito (trago de la casa) de crema de Orujo. El dueño nos explicó que esta bebida procede de un licor que destilan con el resto del prensado de las uvas. Nos gustó mucho, tanto, que salimos a buscarlo y compramos para llevar a casa.


Luego de esa riquísima comilona fuimos al hotel, descansamos un poco y nos preparamos para ir a la misa de Peregrinos.

Llegamos con bastante antelación a la Catedral y afortunadamente no hicimos casi fila para entrar, lo que nos permitió sentarnos entre los primeros bancos que dan al frente del altar mayor.

La misa estuvo hermosa, cargada de mucha emoción, acompañada por los cantos de un cura con dotes de tenor. Fueron momentos de mucha introspección, de seguimiento interno de lo vivido en El Camino y de agradecimiento por lo aprendido. Lástima que en nuestra misa no se dio la ceremonia del botafumeiro.


Después de estos momentos de regocijo seguimos con otro ritual de nuestro viaje: comer rico. Pero como el almuerzo fue tan abundante, optamos por una opción más ligera de las recomendadas por Alexis: el Bar Café Recantos. El local tiene un patio interior cubierto, muy agradable, donde nos sentamos a disfrutar de deliciosa repostería y exóticas infusiones.


Y así terminamos esta travesía por el Camino del Santo Peregrino Santiago de Compostela. Ya al día siguiente viajamos a Madrid y luego de vuelta a casa.


Esperamos que hayan disfrutado de esta narración tanto como nosotros. Escribirla fue revivir este inolvidable viaje. Si requieren información o dejar algún comentario, por favor háganlo en la sección de comentarios al pie de nuestro blog o a los datos de contacto que también allí aparecen (deben entrar a nuestro blog desde su computadora).


¡BUEN CAMINO!

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