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Camino Francés a Santiago en Bici - Etapa 9

Piedrafita - Portomarín

14/09/2017

Manú, nuestro anfitrión en Piedrafita, nos consintió con un delicioso desayuno mientras compartimos con un señor austríaco, también huésped de la posada. A sus más de 75 años, hacía El Camino solo, en bicicleta y por por quinta vez. En esta oportunidad hacía de nuevo el Camino Francés, pero nos comentó que una de las rutas que más le había gustado había sido el Camino del Norte. Le encantaba España.


Más adelante en el Camino nos lo encontraríamos en dos oportunidades, saludándonos con mucho cariño. Es como si un nexo se estableciera rápidamente entre los peregrinos que compartimos durante el Camino, que te llena de alegría y amor fraterno. Sus historias te motivan a seguir empeñado en vivir esas experiencias a las que quizás no muchos se animan, pero que, al menos a nosotros, nos hacen sentir más plenos.


Tratamos de salir temprano de la posada de Manú porque el trayecto del día era muy largo, pero había amanecido con mucha niebla y lluvia. Terminamos saliendo a las 9 am, con el reto de la parte final de la subida a O Cebreriro, que habíamos bajado el día anterior. Así y en plena lluvia, llegamos al punto más alto del recorrido: el Alto do Cebreiro, ya oficialmente en Galicia.

En el caserío de O Cebreiro encontramos una plaza con algunos locales abiertos, entre venta de artesanías y posadas.

Un único café ofrecía sus servicios; estaba lleno de peregrinos y bicigrinos que comentaban lo duro de la subida y lo reconfortante de estar ahora en ese sitio. Sólo imaginar el haber tenido que realizar la subida del día anterior con este clima, nos hizo reflexionar que todo, tal como sucede, es perfecto. A pesar del agotamiento y el desvío, nosotros pudimos vivirla con un hermoso cielo azul, lleno de radiante verde y hermosos paisajes.


Un grupo grande de bicigrinos estaba abandonando el local, así que se liberaron mesas para poder sentarnos a tomar un delicioso chocolate, bien caliente y bizcocho. Estábamos con las manos heladas y poder despojarnos de nuestros cascos, guantes e impermeables mojados fue muy reconfortante.


Al salir del café MT buscó la iglesia del lugar, que quería visitar, mientras RR preparaba las bicicletas para continuar el recorrido.

Entrar a la pequeña iglesia de Santa María la Real de O Cebreiro fue una sorpresa: un lugar extremadamente cálido y acogedor, que te hacía sentir mucha paz. Una tenue luz iluminaba las paredes de piedra en su interior, llamando la atención sobre una señora que, sentada en una especie de escritorio, te invitaba sin palabras a sellar tu credencial. El recuerdo de RR esperando afuera rompió el maravilloso hechizo, que sin duda hubiera mantenido a MT dentro del lugar por largo rato.


La lluvia y frío continuaban, así que seguimos por la carretera.

Unas bajadas cortas y de nuevo subida hasta el Alto de San Roque, donde se levanta una gran estatua al peregrino, cerca del borde de la carretera. Había tanta neblina que apenas pudimos distinguirla.


Seguimos, pasando por Hospital Condesa y luego otra subida más, al Alto del Poio. Ya había dejado de llover y a lo lejos el cielo azul se abría paso entre las nubes.


De aquí en adelante nuestras piernas agradecieron las contínuas pendientes en bajada. Dejamos a nuestro paso las poblaciones de Fonfría y Pasantes, hasta llegar a Tricastela. Aquí el Camino ofrece dos opciones para continuar: la ruta por San Xil o la que atraviesa Samos. Nuestra amiga Beatriz nos había recalcado que la ruta de Samos debía ser nuestra elección, como también constaba en nuestra guía de bicigrinos.


Seguimos la vía por la carretera, entre árboles frondosos y el murmullo de un río. Cerca de llegar a Samos tomamos la ruta de los peregrinos, entrando al pueblo por un lindo camino de tierra cubierto de árboles y rodeado de muros de piedra, que nos llevó hasta el impactante Monasterio de Samos.

Justo sobre el puente nos encontramos con nuestro amigo austríaco, con quien habíamos compartido en la mañana en la posada de Manú. Luego de saludos y fotos para el recuerdo, nos despedimos con los deseos de "Buen Camino" y la ilusión de volvernos a encontrar. El se quedaría a dormir en este pueblo tan acogedor.

Recorrimos las calles alrededor del Monasterio, lastimosamente éste estaba cerrado y no pudimos visitarlo. Entramos en el bar Albaroque, en frente del Monasterio, para almorzar una tortilla y empanada, acompañadas del delicioso pan gallego. Nos faltaban más de 30 Kms. hasta Portomarín.


Seguimos por la carretera, con leves subidas y muchas bajadas, hasta llegar a la ciudad de Sarría. Buscamos las flechas amarillas para poder atravesar la ciudad; un par de jovencitos en patineta (cual guías de peregrinos) nos ayudaron a encontrarlas. Seguimos por un paseo peatonal muy bonito, junto al río, pero luego la vía nos llevó hasta unas escaleras que no íbamos a subir con las bicicletas. Al volver a la calle pasó un grupo de bicigrinos con su guía y decidimos seguirlos. Así llegamos hasta las vías del tren y de allí tomamos la ruta para llegar a la carretera local que nos llevaría hasta Paradela, la siguiente población. Sabíamos que nos estábamos desviando del Camino formal, pero era la ruta más corta para llegar a Portomarín, nuestro destino de ese día.


Siguieron largas subidas, bajadas y más subidas. Pocos carros circulaban por la carretera y con frecuencia encontrábamos manzanos ofreciendo una versión pequeñita de su fruta a los caminantes.

Finalmente llegamos a Paradela, muertos y preocupados por la hora. Las calles estaban bastante solas, pero se veían adornos en preparación; las fiestas del pueblo iniciaban el día siguiente.


Paramos en un local que conseguimos abierto, al borde de la vía. Dejamos las bicis aseguradas y entramos atravesando una cortina de pepitas (como la de muchos bares de la Caracas de los años 60). Nos atendió un señor gallego muy simpático, que terminó contándonos de su vida y la de su familia en Venezuela. Luego de un sabroso y reparador té, continuamos el recorrido. El señor nos había asegurado que de allí hasta Portomarín sería todo en bajada.


El recorrido continuó con un poco más de subidas. A las orillas de la carretera asfaltada se veían de vez en cuando entradas preciosas a propiedades privadas, rodeadas de hermosos árboles y vegetación.

Afortunadamente la vía comenzó a ser benévola y comenzaron las pendientes de bajada, cada vez más pronunciadas. Descendiendo a muy buena velocidad llegamos rápido a Portomarín, ciudad que inicialmente creció a la vera del río Miño y que fue luego trasladada a una montaña vecina para poder construir el embalse de Belesar. La ciudad original quedó anegada.


Es impactante la vista desde el puente sobre el río, que debimos atravesar para llegar al pueblo.

Una vez más, para poder llegar a la población debimos enfrentar una fuerte pendiente de subida, opción alterna a las escaleras que dan acceso a Portomarín.

Nos hospedamos en la Posada Aqua, en lo más alto del pueblo (sí, más subidas para poder llegarle). El dueño de la posada, el Sr. José, resultó ser otro personaje interesante y muy atento; nos llevó hasta el mirador que estaba a la salida de su posada y desde allí, nos explicó qué ver en el pueblo, dónde comer y las rutas para seguir el Camino al día siguiente. Cenamos bastante bien en el restaurante que nos recomendó, Restaurante Pérez, al lado de la posada y aunque queríamos conocer el pueblo, al ver que teníamos que bajar pronunciadas pendientes para después volver al subirlas, desistimos.

Este día habíamos hecho la etapa más larga de todo El Camino: 76 Kms.


Aprendizajes

Partiendo de la propuesta del post anterior, este día lo habríamos iniciado en Herrerías y recomendamos terminarlo en Samos, tal como hizo nuestro amigo austríaco. Samos es un pueblo muy lindo y nos dicen que visitar su Monasterio vale la pena.


Al tomar esta decisión estaríamos alargando un día más el recorrido, pero lo aconsejamos para realmente disfrutar el Camino. La etapa del día adicional sería Samos - Portomarín, de poco más de 37 Kms. Este sería un día de recorrido más relajado para descansar del esfuerzo de los días anteriores y enfrentar con renovada energía el recorrido de los próximos días.


Ruta y altimetría de la etapa 9: Camino Francés Piedrafita - Portomarín

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